El Camino Tardío de España hacia la Modernidad: La Revolución Industrial y sus Retos

En esta entrada las huellas de la economía se marcan en el pasado económico español, remontándonos al proceso tardío que vivió España en la Revolución Industrial, fue un fenómeno singular dentro del contexto europeo. Mientras que países como Gran Bretaña y Alemania experimentaron una industrialización rápida y sostenida desde finales del siglo XVII.


Imagen revolución industrial

A comienzos del siglo XIX, la agricultura continuaba siendo la actividad económica más destacada del país aunque el sector tenía serios problemas como el atraso tecnológico, la baja productividad o la escasa fertilidad. El siglo empezó para España con una situación de crisis y atraso económico, que provocó que el proceso de industrialización se ralentizara y fuera desigual. Las causas de que esto ocurriera fueron: la escasez de capitales, la inexistencia de comunicaciones, el bajo poder adquisitivo de la población, el atraso agrícola y la inestabilidad política.
La revolución liberal que comenzó en España en 1812 y continuó durante el reinado de Isabel II supuso el fin del Antiguo Régimen y el inicio de nuevas reformas. Destacó socialmente la desaparición de estamentos. Políticamente el cambio de la monarquía absoluta a sistema parlamentario y liberal. Y económicamente se puso en marcha la desamortización agraria.

En este proceso destacó el sector textil catalán, que exportaba sus productos masivamente a América y que creció gracias a su mecanización en los años treinta del siglo XIX, con la incorporación de la máquina de vapor, mediante la sustitución de la lana por el algodón, más barato, o el proteccionismo de los gobiernos moderados. Esta se basó en la existencia en Cataluña de una burguesía muy activa ya desde antes del siglo. Como resultado, Cataluña se convirtió en la región más industrializada de España y otras como Andalucía también experimentaron un importante avance en industria textil algodonera, que floreció en Málaga y Sevilla, aunque no pudo alcanzar un desarrollo comparable al de la industria catalana.

Por su parte, descarta también el sector siderúrgico, que, tras finalizar la I Guerra Carlista, Asturias recuperó su hegemonía gracias a la abundancia de carbón mineral. En principio fue dominado por la industria siderúrgica malagueña, donde además se introdujeron los primeros altos hornos industriales de España.

Respecto al ferrocarril, las sublevaciones de 1855 provocaron que se comenzara a construir numerosas líneas sin pensar en su rentabilidad, muy escasa debido a la baja demanda de transporte de mercancías o pasajeros. Esto llevó a una grave crisis financiera. Además, en su construcción se utilizó hierro de importación y se permitió la participación de capitales extranjeros, por lo que el beneficio de su construcción no recayó plenamente sobre la sociedad española. Socialmente, aumentó considerablemente la población, aunque las pésimas condiciones de vida de las clases humildes provocaron la extensión de las ideas obreras.

En definitiva, aunque permitió la modernización de sectores clave como el textil, la siderurgia y el transporte ferroviario, también mostró las limitaciones estructurales por las que luchaba para poder integrarse en dinámica industrial europea. La dependencia del capital extranjero y las desigualdades regionales marcaron profundamente el desarrollo económico y social del período.

A pesar de estos desafíos, la industrialización sentó las bases para la evolución económica del siglo XX, influyendo en la configuración de un mercado más integrado y en la aparición de movimientos sociales que lucharon por mejorar las condiciones laborales.

Publicar un comentario

0 Comentarios